Racismo y latinos/as: el muro de separación y miedo

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The Rev. David Maldonado. Video image courtesy of IMU Latina (Iglesia Metodista Unida Latina) via YouTube by UM News.
The Rev. David Maldonado 
Video image courtesy of IMU Latina (Iglesia Metodista Unida Latina) via YouTube by UM News.

La discusión pública actual sobre el racismo hacia la población negra en los Estados Unidos es muy bienvenida. Sin embargo, no se debe pasar por alto a otras personas de color.

Los/as latinos/as se encuentran entre quienes han sido ignorados/as en gran medida, pues también están sujetos/as al dolor y las consecuencias del racismo, el racismo sistémico y una oscura historia de marginación y violencia. La masacre de El Paso en una tienda Walmart el año pasado, es un ejemplo de la violencia que ha traído miedo al corazón de los/as latinos/as en todo el país.

El muro fronterizo, promovido y respaldado por muchos/as, es algo más que simplemente un límite nacional y un muro físico entre Estados Unidos, México y el resto de América Latina; pues refleja y simboliza el miedo que tienen muchos/as estadounidenses blancos/as hacia los/as inmigrantes latinos/as y, por extensión, hacia otros/as latinos/as que viven en Estados Unidos.

Al muro lo acompañan el desdén público y las actitudes negativas hacia los/as inmigrantes latinos/as que también afectan a la población latina en toda nuestra nación. Los/as inmigrantes latinos/as se han escondido una vez más, y quienes no se esconden experimentan sospechas y a menudo son percibidos/as y tratados/as como inmigrantes no deseados/as.

En el centro de la actitud y el tratamiento antiinmigrantes está el sentido de superioridad blanca, el miedo al/la extranjero/a y cómo los/as inmigrantes cambiarán la cultura de esta nación. En otras palabras, el miedo a que la minoría se convierta en la mayoría étnica alimenta muchas de las acciones y actitudes contra los/as inmigrantes y latinos/as que traen consigo su idioma y cultura. 

Artículos de Opinión

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El muro es un símbolo de miedo y separación, una barrera física que dice mucho sobre cómo se percibe y se trata a los/as latinos/as, a quienes ven como extranjeros/as y por tanto diferentes, que no pertenecen aquí. El temor es que los/as latinos/as cambien nuestras comunidades y nuestra nación.

Un temor y rechazo tan amplio hacia los/as latinos/as es una injusticia y desafía los valores y creencias fundamentales de nuestros fundamentos cristianos.

Tales actitudes y acciones no son nuevas, y la historia nos recuerda la Doctrina del Destino Manifiesto y cómo condujo a la conquista del suroeste y al acaparamiento de territorios en el camino, tanto nativos/as como hispanos/as, imponiendo la cultura, la religión y las estructuras sociopolíticas de los/as blancos/as estadounidenses. La Doctrina del Destino Manifiesto se basa sólidamente en la noción de que la población blanca estadounidense era el pueblo elegido por Dios, llamado a conquistar, poblar y controlar el continente. Históricamente, los/as hispanos/as experimentaron linchamientos, opresión racial, segregación y marginación social/política.

La iglesia era una parte integral de la Doctrina del Destino Manifiesto, pues aceptaba la noción de que las poblaciones encontradas en el camino no solo eran racialmente inferiores, sino que también lo eran sus religiones y culturas. El catolicismo romano se definió como una religión inferior e ignorante, por lo que era importante convertir a la población latina al protestantismo, que fue introducido en los territorios conquistados, primero como un servicio a la población anglosajona, y luego como una misión a las poblaciones que ya estaban aquí. La obra misional estaba destinada a convertir a los/as hispanos/as y como un medio de aculturación. 

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Como Iglesia Metodista Unida, nuestra historia de separación racial y étnica nos desafía. Aunque el idioma jugó un papel importante en el desarrollo de estructuras y congregaciones separadas, la iglesia ha sido un actor integral en la huida de los/as blancos/as, ya que los/as anglos y las congregaciones huyeron de sus antiguos vecindarios, que luego se convirtieron en barrios pobres.

 

En lugar de abrazar a los/as recién llegados/as latinos/as, muchas iglesias simplemente huyeron de la nueva población que buscaba áreas más blancas en los suburbios, y en lugar de adaptarse a las nuevas realidades de los vecindarios urbanos en transición hacia una mayor diversidad, la iglesia abandonó estas áreas y buscó áreas blancas más compatibles.

Hay quienes sugieren que tal acción de la iglesia no fue racista ni sus miembros fueron racistas, sino que la iglesia simplemente estaba siguiendo a la próxima generación de personas que se estaban mudando a los suburbios. Fue reconectar familias como un esfuerzo por sobrevivir y la conversión se percibió y promovió como parte del mandato de evangelización.

De hecho, nuestra iglesia ha tomado medidas para responder a los problemas raciales mediante el establecimiento de agencias y la integración de personal a nivel nacional, pues tanto a nivel de la conferencia como en las iglesias locales, se han iniciado "ministerios hispanos". Sin embargo, muchas de estas iniciativas continúan la separación de nuestro pasado y la iglesia ha arrastrado los pies.

Abordar el racismo requiere más que resoluciones y ministerios minoritarios especializados, y superar el sentido de superioridad blanca requerirá que La Iglesia Metodista Unida en general mire hacia adentro como congregaciones y como estructuras de conexión. Este no es un simple llamado a declaraciones de arrepentimiento, sino un llamado a tomar medidas intencionales para abrazar plenamente a la población hispana, especialmente a los/as inmigrantes.

Considerando lo que está sucediendo en nuestras calles hoy, la iglesia debe ir más allá de las declaraciones públicas de apoyo y justicia; no puede vivir en una negación ciega y no debería pasar de la asunción de la superioridad blanca al dominio blanco. Debe abrazar con entusiasmo la diversa creación de Dios y nuestra comunidad humana como una sola familia como sus principios teológicos y sociales rectores.

Esto requerirá un corazón nuevo y un espíritu renovado, rechazando el pasado y abrazando la realidad presente y futura en la que la diversa creación de Dios será celebrada y vivida diariamente.

 

*Maldonado es un presbítero jubilado de la antigua Conferencia Anual de Rio Grande y de la Escuela de Teología Perkins. Él y su esposa Charlotte, viven en Albuquerque, Nuevo México.

Contacto con los medios de comunicación: Tim Tanton o el Rev. Gustavo Vasquez. Puede llamarlos al (615) 742-5470 o escribirle a newsdesk@umcom.org. Para leer más noticias metodistas unidas, ideas e inspiración para el ministerio suscríbase gratis al UMCOMtigo.

** Leonor Yanez es traductora independiente. Puede escribirle a IMU_Hispana-Latina @umcom.org

 

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