Casi todos/as los/as líderes de las primeras sociedades metodistas eran laicos/as. Juan Wesley estableció un sistema para desarrollarles y empoderarles organizándoles en pequeños grupos para compartir sus experiencias y estimular el apoyo mutuo en el desarrollo de una vida cristiana. La intención era ayudar a las personas a convertirse en discípulos/as que viven el amor que profesan a Dios y al prójimo.
Cada semana, los grupos pequeños, o "clases", de 12-15 miembros de una sociedad metodista se reunían semanalmente con su líder para compartir cómo vivían su fe mientras respondían a la pregunta: "¿Cómo te va con tu alma?”, guiado por las Reglas Generalesde vida de la tradición metodista.
Los/as líderes de la clase, nombrados/as por Wesley, eran hombres y mujeres laicos/as en quienes se podía confiar la formación espiritual y el cuidado de los/as demás. Sirvieron como modelos a seguir, mentores/as y entrenadores/as de discipulado para los/as metodistas en su búsqueda de la santidad de vida. Los/as líderes de la clase compartieron el trabajo pastoral que había que hacer cuando el clero designado o el predicador/a del circuito estaban ausentes. Ellos/as fueron “los/as discípulos/as que hicieron discípulos/as”.
Las Reglas Generales son prácticas simples y directas destinadas a ayudar a las personas a vivir las enseñanzas de Jesús como se resume en Mateo 22: 37-40 (NRSV):
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente’”. Éste es el más importante y el primero de los mandamientos. Pero hay un segundo, parecido a éste; dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” En estos dos mandamientos se basan toda la ley y los profetas”.
Los miembros de la clase formaron hábitos de (1) no hacer daño al evitar el mal de todo tipo; (2) hacer el bien a todas las personas; y (3) atender todas las ordenanzas de Dios, como participar en la adoración, recibir la comunión, leer la Biblia, orar y ayunar.
No hacer daño y hacer el bien ayudó a los/as metodistas a amar a su prójimo como a ellos/as mismos/as. Al “atender todas las ordenanzas de Dios”, aprendieron a amar a Dios con todo su corazón, alma y mente. Y al reunirse todas las semanas estaban "cuidándose unos/as a otros/as en amor".
Wesley observó: "Se dieron consejos o reprensiones cuando fue necesario, se resolvieron las disputas, se eliminaron los malentendidos: y después de una o dos horas dedicadas a este trabajo de amor, concluyeron con oración y acción de gracias". (Un relato sencillo de las personas llamadas metodistasII.6)
Requerir que todos/as los/as metodistas se reunieran semanalmente en su clase, y luego en la reunión de la sociedad en general el domingo por la noche, fue la forma principal en que Juan Wesley equipó y capacitó a los/as miembros laicos/as. Esta disciplina semanal de responsabilidad mutua, aliento y apoyo para vivir la vida cristiana, cambió el corazón de las personas y equipó a los/as laicos/as para participar con Cristo en la misión de Dios en el mundo.
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* Este material fue producido por Pregunta a La Iglesia Metodista Unida, un ministerio de las Comunicaciones Metodistas Unidas.
** El Rev. Gustavo Vasquez es el Director de Noticias Metodistas Unidas para la audiencia hispano-latina Comunicaciones Hispano/Latinas de la IMU. Puede contactarle al (615)742-5111 o por el gvasquez@umcom.org.