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Delia Ramírez Hernández: La primera latina metodista unida en llegar al congreso

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Delia Ramírez Hernández se convirtió, en las pasadas elecciones de medio término, en la primera metodista unida de origen latino en llegar al congreso de los Estados Unidos. El 8 de noviembre de 2022, Delia ganó las elecciones del Distrito Electoral No. 3 del estado de Illinois, con más del 67% de los votos.

Los medios de comunicación reflejaron la noticia destacando que es la primera latina en llegar al congreso por el estado de Illinois y es la primera guatemalteco-estadounidense en lograr alcanzar un puesto de este nivel en la historia política de los Estados Unidos. Además, es una de las representantes más jóvenes en el parlamento. Sin embargo, lo más significativo es que Delia Ramírez Hernández es una persona que goza del amor y el aprecio entre sus hermanos y hermanas de La Iglesia Metodista Unida a nivel nacional, por su liderazgo y su testimonio de fe y servicio.

Desde 2018, ha representado al Distrito No. 4 en el congreso estatal de Illinois hasta las pasadas elecciones de medio término. Al momento de ser electa en 2018, Delia concedió una entrevista a Noticias MU, de la cual compartiremos algunos extractos.

Nacida en la ciudad de Chicago, Delia es hija de María Elvira Ramírez Guerra y Luis Antonio Ramírez, ambos de origen guatemalteco, quienes han dedicado su vida a servir a su comunidad y a su iglesia, como lo expresa la propia Delia. En 2021 se casó con Boris Hernández, quien acompaña y apoya a Delia en su carrera política y en el servicio que presta a las comunidades que representa.

“Mi papá vino a finales de los 70 y mi mamá vino dos veces, en el 81 y el 82 cuando se estableció. Nací en el Hospital del Condado Cook, (actualmente denominado hospital John H. Stroger) donde nacían todos los/as niños/as que no tenían seguro de salud. Soy la hija mayor de 4 hermanos/as: Luis Cristina e Iris”.

“Desde los tres meses de nacida conocí la Iglesia Metodista Unida en Humboldt Park - una zona donde tradicionalmente ha vivido una extensa comunidad puertorriqueña- y allí crecí junto a mi familia. En esta iglesia mis padres me han mostrado a mí y a mis hermanos/as que ser cristianos/a es mucho más que palabras y, ciertamente, mucho más que participar los domingos. Ser cristiano/a es una manera de vivir, una manera de tratar a la gente y la manera en que mostramos la luz de Dios por medio de nuestras acciones”.

En 2021 se casó con Boris Hernández, quien acompaña y apoya a Delia en su carrera política y en el servicio que presta a las comunidades que representa. Foto cortesia de Delia Ramirez.

En 2021 se casó con Boris Hernández, quien acompaña y apoya a Delia en su carrera política y en el servicio que presta a las comunidades que representa. Foto cortesia de Delia Ramirez.

 

La iglesia como escuela de vocación e inspiración

Delia reconoce en su iglesia, el espacio donde encontró su llamado y pudo desarrollar las capacidades y talentos que ha recibido de Dios para servir a los demás. Actualmente como una líder de la política estadounidense a nivel parlamentario, reconoce que la semilla que las enseñanzas de la iglesia plantaron en ella, han dado frutos próspero en beneficio de mucha gente pobre y familias necesitadas en la ciudad de Chicago.

En su gestión como representante del Distrito No. 4 en el congreso estatal, Delia se ha destacado en su labor parlamentaria y en la propuesta de leyes que han beneficiado a los sectores más empobrecidos de la ciudad de Chicago.

“En la iglesia me formé en la fe, allí encontré el llamado de servir a mi comunidad, allí me desarrollé como líder y aprendí como llevar mi vida como cristiana. Esa iglesia -Humboldt Park- ha sido para mí un faro, una fortaleza. Esa iglesia fundó un hogar para gente desamparada en la década de los 80. Allí escuche más de una vez que tal vez seamos dos o tres, pero Dios siempre llama a esos dos o tres a hacer el trabajo de Dios. Tal vez por su humildad, tal vez por la pobreza, pero Dios llamó a esa pequeña congregación, a servir a miles de personas".

Recordando el texto de la “Gran Comisión”, Delia destaca que esa iglesia ha dado de comer al pobre, ha provisto techo para los/as desamparados/as, ha visitado a la gente en prisión y ha formado conciencia entre la gente del porqué muchos/as viven en la pobreza.

De acuerdo con Delia su iglesia ha mostrado que es mucho más que cuatro paredes y que su alabanza a Dios va mucho más allá que hacerlo desde un micrófono en un santuario: “El santuario para nosotros/ as es la comunidad, sin paredes y con muchas necesidades”.

Con apenas 11 años, Delia tuvo la oportunidad de predicar por primera vez, de la mano del pastor Francisco Arroyo: “Desde ese momento comencé a entender que el llamado que he recibido de Dios es a servirle, llevando al prójimo una voz profética”.

Delia Ramirez Hernández muestra su nueva credencial como congresista, unas de las mas jóvenes del parlamento y la primera latina en representar a Illinois. Foto cortesía de Delia Ramírez.

Delia Ramirez Hernández muestra su nueva credencial como congresista, una de las mas jóvenes del parlamento y la primera latina en representar a Illinois. Foto cortesía de Delia Ramírez.

“Aquel primer sermón estuvo basado en el Capítulo 13 de la 1era Carta a los Corintios, cuyo tema central es el amor. Recuerdo que prediqué sobre la importancia de amar a Dios, amar al prójimo, amarse una misma y como ese amor fluye a través de nuestras acciones, en nuestra relación con Dios y en cómo conducimos nuestras propias vidas”.

Recuerda que tuvo que usar un cajón para poder alcanzar al micrófono y con eso pudo sentir y escuchar su voz con una fuerza que nunca ante había sentido.

“Cuando mi iglesia comenzó el albergue y a darle de comer a los/as más necesitados/as en la comunidad, mi papa tenía dos trabajos para sostenernos y aun así, sacaba tiempo para poder ayudar a mantener el edificio de la iglesia accesible para que la gente pudiera llegar a recibir la ayuda. Mientras mi mama estaba detrás de la ventanilla, preparando la comida para los/as desamparados/as y yo recuerdo que siempre me gustaba sentarme conversar y comer con ellos/as. Me sentaba a escucharlos/as a conocerles y a descubrir al Dios que predicábamos en la iglesia, a través de sus experiencias, sus testimonios y sus necesidades”.

“Eran unas conversaciones poco usuales para una niña de ocho años. Recuerdo haber escuchado a un hombre que podría ser mi abuelo, hablándome de su historia y diciéndome que yo le recordaba a la nieta que tenía mucho tiempo sin ver. Fue a través de estas experiencias que sentía la necesidad de hacer más en favor de tanta gente que está desampara, abandonada. Fue creciendo en mi la conciencia y la inquietud del porqué en este país de abundancias, hay tanta gente en necesidad. Siendo una niña Dios me llevo a escuchar a quienes ya el mundo no escuchaba. Eso y ver a mi iglesia en las cortes, luchando contra concejales/as y políticos/as, para poder mantener el albergue abierto, porque querían sacarnos de esa comunidad, ya que no querían gente pobre en un vecindario que estaba cambiando y recibiendo familias de clase media alta y condominios de lujo. Eso hizo que desde mi infancia mi sentido de la justicia social creciera constantemente”.

Como sus padres fungían como trabajadores/as sociales para el albergue entrevistando a las familias para determinar sus necesidades, buena parte de la infancia de Delia se desarrolló visitando y conociendo casa por casa a los/as integrantes de la comunidad de Humboldt Park: “Yo veía a mi papá, por ejemplo, buscando a las personas que no tenían recursos, para llevarles a sus citas médicas; o a mi mamá preparando y llevando cajas de comida para familias necesitadas; yo pensaba que teníamos que hacer más de lo que estábamos haciendo”. 

“En el santuario, desde el micrófono del pulpito, en una mesa o en las casas de la gente, es donde me he sentido más satisfecha, porque allí he visto la gracia de Dios, manifestada en el poder estar en comunión con otros/as, especialmente aquellos que son invisibles para mucha gente”.

Una carrera al servicio de Dios y al servicio del prójimo

“Cuando cumplí 15 años y estaba en la escuela secundaria, recuerdo que una concejala, a quien las corporaciones de la construcción que operaban en la ciudad, le habían dado mucho dinero para su campaña, con el fin de que les facilitara la compra de propiedades a bajo precio, especialmente las casas de las familias pobres mayormente latinas, para construir nuevos condominios de lujo y poder multiplicar sus ganancias. Nuestra iglesia les estorbaba y querían esa propiedad para hacer un estacionamiento. Esa concejala no dudó en tomar acciones contra la iglesia y el albergue que mantenía. Mandaba inspectores constantemente para agobiar a la iglesia con multas y requerimientos de manera que tuviéramos que cerrar”. 

“Un día decidí no ir a la escuela y pedirle a mi mamá que me llevara a la corte con ella, para estar con la gente de mi iglesia y tener la oportunidad de decirle a esa concejala en su cara, que lo que ella está haciendo era inmoral, que está vendiendo a la comunidad que la eligió. Llegue allí y tuve la oportunidad de tener una entrevista y pude sentir que se había hecho realidad lo que mi pastor siempre decía, que los niños no solo son el futuro sino también el presente de la humanidad”.

Después de esa experiencia en la corte decidió dedicar su vida a lo que la iglesia hace, cuando cumple con la encomienda que ha recibido de Dios. A los 17 años fue contratada por la iglesia para trabajar como organizadora de un centro comunitario que se estaba estableciendo: “Yo me encargaba de organizar la correspondencia para las personas que no tenían domicilio, para que pudieran recibir su correo. Cuando iban a buscar su correspondencia, tenía la oportunidad de hablar con ellos (porque eran mayormente hombres) y conocer parte de sus historias, sus anhelos y sus necesidades”.

Delia estaba convencida de que tenía que hacer más y que podían hacer más por ellos como iglesia, ayudándoles a conseguir trabajo y a reconectarse con sus familias. A los 18 ya era trabajadora social manejando casos. A los 19, llegó a ser directora de programas de ese centro y a los 21 ya era la Directora Ejecutiva.

“Esas experiencias desde la misión de la iglesia en medio de las realidades sociales, promovidas por gente que me dieron la oportunidad de desarrollarme como líder, es lo que me ha traído a este punto. La iglesia confió en mí, me apoyó y me dio la oportunidad de desarrollarme como líder, cuando parecía que estaba en una lucha entre David y Goliat". 

Foto de archivo de Delia Ramirez liderando uno de los talleres de la reunión del caucus hispano-latino de La Iglesia Metodista Unida, MARCHA, en 2019. Foto Michelle Maldonado, UMCOM.

Foto de archivo de Delia Ramirez liderando uno de los talleres de la reunión del caucus hispano-latino de La Iglesia Metodista Unida, MARCHA, en 2019. Foto Michelle Maldonado, UMCOM.

 

Líder nacional de la iglesia

Delia Ramírez, no ha sido solo miembro de una iglesia local, participante en actividades u ocasional predicadora, sino que tiene un amplio reconocimiento de la comunidad hispano-latina metodista unida y de otros sectores de la iglesia, por su destacada labor como líder a nivel nacional.

“Desde hace tiempo mi iglesia decidió ser una congregación que desarrolla su ministerio, más allá de los muros de un templo y de las convencionalidades de los cultos dominicales. La iglesia se ha enfocado en desarrollar un ministerio profético, profundamente enraizado en la comunidad y con un gran espectro de relaciones con diversas organizaciones religiosas y sociales”.

“Yo he participado en diversos comités parroquiales de mi iglesia: en evangelismo, relaciones pastorales;  a lo 15 años presidenta del comité de adoración, directora del centro comunitario, en fin, en varios espacios de servicio, lo que me ha llevado a entender la importancia de la relaciones y la interconexión en el ministerio. Soy de las que cree que el cuerpo de Cristo se mueve y tiene un impacto real en la vida de la gente cuando los ojos, las manos, la boca y los pies trabajan juntos/as”.

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Esas experiencias locales le permitieron ir conociendo gente, organizaciones e iglesias y preparándola para ir más allá de su ámbito local.

"Fue cuando asistí por primera vez a una reunión de MARCHA, cuando aprendí cómo la comunidad latina se organiza dentro de La Iglesia Metodista Unida a nivel nacional.  Allí pude ver las elecciones y como gente llegaba a ser líder y presidir la organización. Allí pude ver cómo los/as jóvenes se organizaban y demandaban tener voz dentro de la iglesia, no solo para ocupar responsabilidades menores, sino también para ser lideres integrales de la iglesia. Así pude ver cómo Dios se movía dentro y fuera de la iglesia. 

MARCHA es el caucus hispano-latino de La Iglesia Metodista Unida. Es una organización dentro de la iglesia que se encarga por abogar por los derechos de la comunidad hispano-latina dentro de la iglesia y ha sido históricamente un espacio de encuentro en favor del principio doctrinal metodista de “santidad social”.

Con apenas 27 años Delia llegó a ser miembro del Comité Ejecutivo del Plan Nacional para el Desarrollo del Ministerio Hispano-Latino (NPHLM por sus siglas en inglés), gracias a las gestiones y  el trabajo organizado de las juventudes de MARCHA: "cuando los/as jóvenes en la iglesia se organizan y trabajan juntos/as, consiguen reivindicaciones importantes. Estas experiencias para mi fueron una escuela de como relacionarnos, como encontrar puntos en común, como construir coaliciones, que permitan que la iglesia sea una fuerza que abogue por todos los que están en necesidad, basados en el amor al prójimo, sin diferencias".

"Estas raíces han hecho que en mi accionar en las comunidades la gente me reconozca como alguien confiables. Cuando me siento en una mesa con otros lideres políticos que me conocen, saben y lo comentan, que yo soy diferente por no me mueven otros intereses sino mis principios de fe".

Delia ha sido parte de la Junta Directiva de MARCHA por varios años y fue líder de los jóvenes en esta organización. Su carrera política es otra etapa de lo que ha venido haciendo toda su vida que es servir a la gente. Movida por sus convicciones de fe, la formación que ha recibido de su familia y de su iglesia, su vocación de servir la ha llevado a aceptar entrar en la arena política, convencida de que es una forma real de hacer más por la gente y de generar cambios que ayuden a la transformación del mundo como reza los principios de misión de la iglesia. 

Un mensaje al pueblo metodista unido

“Yo nací en La Iglesia Metodista Unida,  la amo y he hecho críticas a la iglesia, porque hablamos mucho de ser cristianos/as, de ser metodista unido/a; cómo ser iglesia sirviendo a la gente; cómo ser iglesia amándonos los/as unos/as a los/as otros/as y no atacándonos mutuamente. Un mensaje que quiero darle a mi iglesia es que seamos iglesia ayudando a la unión y la confraternidad de las personas y no a la exclusión y marginación de nadie”.

“He tocado miles de puertas y conversado con miles de personas y una de las preguntas más frecuentes que recibo es 'cómo sabemos que usted no es una política más'; la misma pregunta surge cuando nos damos a conocer como iglesia, cómo saber que no somos unos/as predicadores/as más, que hablan desde los púlpitos y hacen cosas diferentes en sus vidas. Tenemos que hacer en la vida lo que predicamos”.

“Cuando me pongo a pensar en todo lo que la gente me ha dicho en mi carrera política y las campañas electorales, recuerdo las expresiones, especialmente aquellas que se refieren a mi como una persona amable, cálida, accesible, carismática, pero no recuerdo que nadie me haya dicho que va a votar por mí, por mi religión. Yo creo que no debemos asumirnos como predicadores/as para llevar el mensaje de Cristo a la gente. Debemos hacerlo con nuestra vida, nuestras acciones, nuestro testimonio. En vez de enfocarnos de hablar del amor de Dios, debemos enfocarnos en vivir ese amor y compartirlo con nuestras acciones”.

“Un mensaje que quiero dejarle a mi amada iglesia es que paremos de estar hablando de la iglesia, vamos enfocarnos más bien en ser iglesia. Mucha gente se ha alejado, porque se han sentido defraudada, hemos reflejado muchas cosas distintas al amor. Por eso quiero invitar al pueblo metodista unido, a salir de las cuatro paredes de los santuarios, a no alejarse de la gente o apartarla. Tenemos que tener cuidado en no hacer de la iglesia un espacio desagradable, lleno de desprecio, de señalamientos, que llene a la gente de pena y de culpas. Seamos iglesia apoyando a la gente cuando es víctima de injusticias, exijamos de los/as representantes políticos/as que cumplan con sus responsabilidades, participemos en nuestra comunidades ayudándolas a organizarse, hagamos que la gente reconozca nuestra presencia por el testimonio y no solo por invitarlas a un culto dominical o un estudio bíblico”.

“Les invito a que no desmayemos en la misión de transformar al mundo no solo a través de las palabras, sino con nuestras acciones”.   

* El Rev. Gustavo Vasquez es el Director de Noticias Metodistas Unidas para la audiencia hispano/latina. Puede contactarle al (615)742-5155 o por el correo: gvasquez@umnews.org. 

Para el Rev. Amick, el mundo no vive una crisis de migración; antes bien, vive una crisis de hospitalidad. Ante esta crisis, las iglesias pueden hacer una diferencia en ampliar la comprensión del tema, y contribuir a transformar corazones y relaciones. Para el Rev. Amick, la iglesia debe comprometerse con recursos para fortalecer a las iglesias locales y cambiar políticas, informar, sumar a otros al trabajo. Cristian Schlick cerró con una reflexión desde nuestra fe en Jesús: “Recordemos a quién seguimos. Seguimos a un refugiado”.

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