Revda. Lydia Muñoz. Foto cortesía de la Iglesia Metodista Unida Swarthmore.
Artículos de Opinión
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Por fin hemos llegado. Después de todos los debates, las campañas, los carteles, los mensajes de texto y las publicaciones en las redes sociales, los ciudadanos estadounidenses finalmente tienen la oportunidad de elegir quién será el próximo presidente de los Estados Unidos. Es un enorme privilegio, por el que han luchado muchos y que nunca debe tomarse a la ligera. Es un momento que debe ir acompañado de oración y discernimiento.
Algo esencial que todos debemos recordar es algo que escuchamos del obispo David Wilson en la Conferencia General del pasado mes de mayo. Habló sobre cómo se toman las decisiones en la comunidad Nativa Americana, considerando las implicaciones para las próximas siete generaciones. De manera similar, las comunidades indígenas nativas de mis antepasados Taínos crearon una manera de llegar a un consenso entre las comunidades y otros caciques Taínos, midiendo las implicaciones de su decisión no solo en su liderazgo inmediato sino en el liderazgo venidero.
En las escrituras hebreas, a los recién liberados de la esclavitud en Egipto se les da una opción. Mientras luchan por identificar qué tipo de comunidad serían, creen que necesitan una imagen o algo a lo que admirar para obtener claridad y fortaleza.Entonces, presionan a Aarón para que haga un becerro de oro. Cuando Moisés desciende de la montaña, se enfrenta a su comportamiento fuera de control y se enfurece. Cuando releí este capítulo esta semana, no pude evitar pensar en la rabia y la ira que llenaron mi espíritu al leer la retórica racista, cruda e intolerante del rally de Trump en Nueva York el 27 de octubre. En ese momento,Moisés era cada puertorriqueño en el país.
En ese momento declaratorio, Moisés pregunta: “¿Quién está de parte del Señor?” (Éxodo 32:25NVI). No se puede negar que lo que sucedió a continuación en el capítulo es increíblemente problemático. Al mismo tiempo, no se puede negar que, para muchos de nosotros, nuestras decisiones o elecciones en esta temporada política han resultado en la misma forma de aislar a hermanos, hermanas y vecinos. No debería haber llegado a esto, principalmente porque Cristo nos llama a ser pacificadores. Sin embargo, al igual que Moisés, Jesús nos llama a elegir: “El que viene a mí y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo. El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:26-27).
Por lo tanto, la pregunta es: ¿qué consecuencias o implicaciones tendrá mi decisión del 5 de noviembre para siete generaciones después de mí? ¿Qué impacto tendrán nuestras acciones, decisiones, comportamiento y, sí, incluso nuestras palabras para mis hijos e hijas y en los hijos/hijas de mis hijos/hijas? ¿Son todos los niños mis hijos/hijas también? Los niños haitianos, los niños mexicanos, los niños negros, los niños asiáticos, los niños puertorriqueños y los niños blancos desde los montes Apalaches hasta las montañas de Tacoma, Washington. Los niños documentados y los indocumentados. Los niños palestinos de las calles de Gaza hasta los niños judíos de la familia al cruzar de mi casa, ¿son todos mis hijos/hijas?¿Serán más libres que yo hoy y, para ser aún más específicos, las niñas experimentarán más libertad y protección que tengo yo hoy? ¿Es esto lo que significa pensar en siete generaciones a partir de ahora?
Seguir a Jesús es una tarea difícil y no apta para los débiles de corazón. Sin embargo, debo admitir que a veces mi corazón se cansa. Me someto a una oración profunda, a una conversación profunda y a escuchar profundamente porque sé que soy como el padre que llego a Jesús a buscar sanidad para su hijo: “Creo; ayúdame en mi incredulidad” (Marcos 9:24). Ruego que el Espíritu de Dios nos dé a ti y a mí un corazón con discernimiento y la paz y el consuelo de saber que hemos hecho todo lo posible para asegurar la paz y la prosperidad de todas las generaciones que vendrán después de nosotros y que el mundo sepa que somos cristianos por nuestro amor.
¡Nos vemos en las urnas!
* La Revda. Lydia E. Muñoz es presbítera ordenada en la Iglesia Metodista Unida. Actualmente se desempeña como directora del Plan para el Ministerio Hispano-Latinos (NPHLM).