Para tres niños/as recién llegados de un rincón remoto de El Salvador, Nueva York es un lugar asombroso. Antes caminaban 30 minutos para ir a una escuela pequeña y humilde. Ahora caminan unas pocas cuadras hasta un edificio grande e imponente, con computadoras y materiales escolares, y niños/as de todo el mundo.
Debajo de la tierra hay un tren subterráneo, retumbando y girando a través de misteriosos túneles oscuros. Por encima del suelo, hay cornetas de carros, sirenas, y frenos chillando cuando los/ as conductores/ as evitan muy de cerca a los/as peatones que cruzan la calle.
"Incluso, hasta los pasos de peatones los confunden", dice su padrastro Eddie con una risita. “¿Qué significan las señales? ¿Cuándo vamos a caminar? ¿Cuándo paramos? Ellos/ as nunca antes habían visto algo así”.
Reunirse con su madre después de una separación de diez años también es desconcertante. ¿Alguna vez creyeron realmente que llegaría este día feliz?
Consuelo
Siempre había un sentimiento de pesar en Consuelo, dice Eddie, incluso cuando parecía feliz. "Su corazón estaba siempre con sus niños/ as".
Siendo muy joven, Consuelo se convirtió en el sostén familiar de sus tres hijos/ as pequeños/ as en El Salvador. No había trabajo en su aldea rural y se vio obligada a dejar a sus hijos/ as con su madre para que los cuidara. Consuelo se fue a Nueva York, encontró un trabajo, y de inmediato comenzó a enviar dinero a casa. Se comunicaban a través de cartas, teléfono o Skype, aunque la entrega de correo a veces era poco fiable, y la cobertura del wifi y señal celular eran irregulares, en el mejor de los casos.
Los meses se convirtieron en años, y los años se convirtieron en una década. Sus hijos/ as crecían sin ella. La sensación de pérdida, de falta, de anhelo, no disminuyó con el tiempo, sino que aumentó, junto con la preocupación constante. No había oportunidad ni futuro en El Salvador para los/ as niños/ as.
Cortejo fúnebre para un estudiante asesinado como parte de un rito de iniciación, de pandillas en la ciudad natal de Consuelo en El Salvador. Foto Angel E. cortesía de JFON.
Peor aún, la violencia de pandillas en El Salvador se había extendido desde las ciudades hacia las zonas rurales. Cuando los/ as niños/ as entraron en la adolescencia, se convirtieron en blancos andantes; el chico mayor para ser reclutado por las pandillas, y la niña para convertirse en "novia" de un pandillero. Si las pandillas descubrían que tenían a su madre en los Estados Unidos, podrían ser secuestrados/ as hasta cobrar rescate por ellos. Consuelo sabía que la abuela no podía protegerlos/ as adecuadamente.
Cuando Eddie, un ciudadano estadounidense, se casó con Consuelo, sabía que también estaba comprometiéndose con niños/ as que no conocía. Fue una gran responsabilidad, pero también una responsabilidad preciosa que aceptó sin reservas. "Ya amo a esos/ as chicos/ as como si fueran míos", dijo muy feliz. "Por supuesto que tienen que venir aquí y estar con nosotros".
Los ojos de Consuelo brillaban con lágrimas. "Si Dios lo quiere y los/ as niños/ as vienen aquí, seré como una mujer nueva", le dijo.
En la Embajada de los Estados Unidos
La pareja programó una cita con TJ Mills, director legal de Justicia por Nuestros Vecinos en Nueva York (NY JFON). Presentaron una petición de familia en agosto de 2015, la cual fue aprobada en diciembre. Ahora los/ as niños/ as tenían que esperar por sus entrevistas en la Embajada de los Estados Unidos en San Salvador.
Esa entrevista, dice TJ, debió haber sido programada para abril de 2016 a más tardar. Sin embargo, por falla de la computadora, su primera entrevista se retrasó hasta octubre de 2016. Luego surgió el tema de la tutela, ya que la embajada trató de averiguar si la abuela tenía el poder legal para acompañar a los niños/ as a sus entrevistas.
Una de las entrevistas de seguimiento fue cancelada sin razón y Consuelo, en pánico, llamó a TJ. ¿Significaba esto que los/ as niños/ as no podrían salir?
"Eso fue después de la primera orden ejecutiva de la administración Trump en seguridad fronteriza. Creo que la embajada estaba en incertidumbre, tratando de averiguar lo que esto significaba para ellos/ as", explica TJ.
En total, los/ as niños/ as y su abuela hicieron tres viajes separados a San Salvador. Es una larga jornada hasta la parada del autobús y luego un tortuoso paseo por caminos ásperos y montañosos.
TJ estaba especialmente preocupado por los/ as niños/ as en la capital. La hija de 17 años de uno de sus clientes de Nueva York, había ido a la embajada estadounidense en El Salvador para tomar sus huellas dactilares y de camino a su pueblo rural, fue brutalmente asesinada.
Atormentado por la muerte de esta adolescente, TJ recordó a la embajada varias veces que el viaje a la ciudad no sólo era difícil para los/ as niños/ as y su abuela, sino también potencialmente muy peligroso.
Si para TJ fue preocupante, para Eddie y Consuelo fue mucho peor.
"Lloró mucho. Cada tropiezo fue devastador para ella. Una especie de desesperanza se estableció a su alrededor, especialmente después de la cancelación de la entrevista inicial de los/ as niños/ as”, recuerda TJ.
Finalmente, cada uno/ a de los/ as tres niños/ as recibió sus visas en marzo de 2017, y volaron al aeropuerto JFK el 26 de abril. Para ellos fue un momento agridulce, porque tuvieron que dejar a su abuela, quien los había criado. Pero su abuela sabía que les estaba enviando a un lugar donde estarían a salvo, tendrían oportunidades y estarían con dos padres amorosos. Ni por un momento había flaqueado en su meta de unir a los/ as niños/ as con su madre. "Para la familia el futuro lo es todo", dice Eddie.
Justo a tiempo para el Día de las Madres
Cuando Consuelo por fin se reunió con sus hijos/ as en el aeropuerto JFK, fue un momento alegre y emotivo. Han pasado dos semanas desde ese día, y ella todavía no puede creer el milagro de su presencia. Con frecuencia, a menudo y sigilosamente, se asegura que están bien mientras están durmiendo, tocando la piel suave de la más joven, acariciando el pelo largo de su hija, y maravillándose de cómo el mayor creció tan alto y fuerte.
Ellos/ as están aquí y estamos todos/ as juntos/ as. Antes Consuelo lloraba de tristeza, pero ahora llora de alegría y alivio. No es una persona que se expresa fácilmente, y deja que Eddie hable por ella. Pero ella intenta poner en palabras su gratitud a JFON NY, y muy especialmente a TJ. "Voy a morir agradecida por todo lo que hizo por nosotros. Ahora mi corazón puede respirar de nuevo", dijo Consuelo.
La familia asistirá a la iglesia el Día de las Madres, pero ni Consuelo ni Eddie saben lo que harán después. Los/ as niños/ as están ocupados planificando una sorpresa y no le dicen a nadie lo que es. "Hagan lo que hagan, será fantástico", dice Eddie, sonriendo. "Estos son niños/ as maravillosos/ as".
Consuelo parece casi desinteresada en el día reservado para honrar a las madres. "Ya hemos recibido tantas bendiciones", explica. "Todo lo que le pido a Dios ahora es que permita que los/ as niños/ as crezcan, sean felices y estén seguros/ as".
* Justicia para Nuestros Vecinos (JFON) es un ministerio de La Iglesia Metodista Unida que trabaja por justicia para la comunidad inmigrante. Para leer el artículo original en inglés presione aquí.
**Michelle Maldonado es la Directora Asociada de Comunicaciones Hispano/Latinas de la IMU. Puede contactarle al (615) 742-5775 o por mmaldonado@umcom.org.