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La creación de La Iglesia Metodista Unida

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El Obispo Reuben H. Mueller de la Iglesia Evangélica de los Hermanos unidos (izquierda) y el Obispo metodista Lloyd C. Wicke (derecha), estrechan sus manos el 23 de abril de 1968. Foto cortesia de la Comisión Metodista Unida de Archivos e Historia. 

VERSÃO EM PORTUGUÊS

El 23 de abril de 1968 la Iglesia Metodista Unida fue creada cuando el Obispo Reuben H. Mueller, representante de la Iglesia Evangélica de los Hermanos Unidos y el Obispo Lloyd C. Wicke de la Iglesia Metodista se dieron la mano para constituir la Conferencia General en Dallas, Texas.

Con las palabras “Señor de la Iglesia, estamos unidos en Ti, en Tu Iglesia y ahora en la Iglesia Metodista Unida”, la nueva denominación había nacido de dos iglesias que tenían una trayectoria histórica reconocida, ministerios influyentes en varias partes del mundo, tradiciones teológicas empapadas en la Reforma Protestante, y wesleyana, y un relacionamiento que se remonta a casi 200 años, fueron factores que facilitaron la unión.

Las Raíces (1736-1816)

Juan, Carlos Wesley y el Renacimiento Evangélico en Inglaterra

Todos/as los/as wesleyanos/as y cristianos/as metodistas están conectados/as a la vida y ministerio de Juan Wesley (1703-1791) y su hermano Carlos (1707-1788), quienes fueron sacerdotes de la Iglesia de Inglaterra que se ofrecieron como voluntarios para ser misioneros en la colonia de Georgia, donde llegaron en marzo de 1736. Su misión estuvo lejos de ser exitosa y ambos regresaron a Inglaterra desilusionados y desanimados, Carlos en diciembre de 1736 y Juan en febrero de 1738.

Los hermanos Wesley tuvieron experiencias religiosas transformadoras en mayo de 1738 bajo la influencia de misioneros moravos. La experiencia de Juan el 24 de mayo de ese año en una reunión con moravos en la calle Aldersgate en Londres, tuvo un lugar prominente en la memoria de la Iglesia.  Poco después, ambos hermanos comenzaron a predicar el mensaje del nuevo nacimiento y la santificación en las sociedades religiosas anglicanas y al aire libre para quien quisiera escuchar. Ellos también establecieron iniciativas misioneras y filantrópicas para promover el cambio social.

La meta de ese movimiento fue “reformar la nación, particularmente la iglesia, y difundir la santidad bíblica sobre la tierra”.  A través del tiempo surgió un patrón de organización y disciplina que incluyó un conjunto de Reglas Generales, sociedades conformadas por reuniones de clases (grupos pequeños en los cuales miembros de las sociedades metodistas cuidaban unos/as de otros/as), y reuniones de grupos (grupos confesionales más pequeños divididos por género), todos conectados por predicadores laicos itinerantes. 

Comienzos en América (1760-1816)

El metodismo comenzó en América sin autorización o apoyo de Inglaterra, cuando metodistas laicos/as emigraron en “nuevo mundo”. Entre sus primeros/as líderes/as estaba Robert Strawbridge, un agricultor inmigrante quien organizó la obra en Maryland y Virginia cerca de 1760; Philip Embury y su sobrina Bárbara Heck, quien comenzó la obra en Nueva York en 1766, y el capitán Thomas Webb cuya labor fue fundamental para el comienzo metodista en Filadelfia en 1767. Las primeras sociedades metodistas incluyeron la participación de personas descendientes de europeos/as y africanos/as.   

Para fortalecer el trabajo metodista en las colonias, Juan Wesley envió a América en 1769 a 2 predicadores laicos, Richard Boardman y Joseph Pilmore. Dos años después, Richard Wright y Francis Asbury fueron enviados para asegurar el crecimiento de las sociedades metodistas estadounidenses. Asbury se convirtió en la figura más importante en el metodismo estadounidense inicial. Su energética devoción a los principios de la teología, ministerio y organización wesleyana dieron forma al metodismo en América en formas inigualables para cualquier otro individuo. 

La primera conferencia de predicadores metodistas en las colonias se celebró en Filadelfia en 1773, y los 10 asistentes prometieron lealtad al liderazgo de Wesley y acordaron que, como laicos, ellos no administrarían los sacramentos. Los metodistas recibirían los sacramentos del bautizo y la santa cena en la parroquia de la iglesia anglicana local. Ellos enfatizaron la disciplina fuerte entre las sociedades y los predicadores; el sistema de conferencias regulares fue inaugurado, similar a las que Wesley había instituido en Inglaterra para manejar el movimiento metodista.     

La revolución estadounidense impactó profundamente al metodismo. La lealtad de Juan Wesley al rey y sus escritos en contra de la causa revolucionaria no mejoraron la imagen del metodismo entre muchos que apoyaban la independencia; además unos predicadores metodistas se negaron a llevar armas para ayudar a los patriotas. 

Cuando se ganó la independencia de Inglaterra, Wesley reconoció que los cambios eran necesarios para que el metodismo estadounidense prosperara. Envió a Thomas Coke a Estados Unidos para supervisar el trabajo con Asbury. Coke trajo un libro de oraciones titulado El Servicio Dominical de los Metodistas en América del Norte, preparado por Wesley e incorporando su revisión de Los Treinta y Nueve Artículos de Religión de la Iglesia de Inglaterra. Richard Whatcoat y Thomas Vasey, quienes había sido ordenados por Wesley, acompañaron a Coke. Las ordenaciones de Wesley establecieron el precedente que finalmente permitió a los metodistas del nuevo continente convertirse en iglesias independientes.  

En diciembre de 1784 la famosa Conferencia de Navidad de predicadores se celebró en Baltimore en la Capilla Lovely Lane. La mayoría de los predicadores estadounidenses asistieron, probablemente incluyendo a los afroamericanos Harry Hosier y Richard Allen. En esta reunión el movimiento se organizó como la Iglesia Metodista Episcopal en América. En los años siguientes, la Iglesia Metodista Episcopal publicó su primer Libro de Disciplinaen 1785, adoptó una Conferencia General cuadrienal que por primera vez se celebró en 1792, y redactó la Constitución en 1808. También estableció una casa de publicaciones y se convirtió en un proponente del evangelismo y la reunión de campamento. 

Otras 2 iglesias se formaron en Estados Unidos, las cuales en sus primeros años estuvieron constituidas casi en su totalidad por personas que hablaban en alemán. La primera fue fundada por Philip William Otterbein (1726-1813) y Martin Boehm (1725-1812). Otterbein, un pastor reformado alemán y Boehm un menonita, predicaron un mensaje evangélico similar al de los metodistas. En 1800 sus seguidores formalmente organizaron la Iglesia de los Hermanos Unidos en Cristo, la cual incluía una organización similar de predicadores itinerantes. Otterbein asistió a la Conferencia de Navidad y participó en la ordenación de Asbury.  

Una segunda iglesia, La Asociación Evangélica, fue iniciada por Jacob Albright (1759-1808), agricultor luterano y fabricante de baldosas en la zona oriental de Pensilvania, quien fue convertido por los Hermanos Unidos y educado en las clases que se llevaban a cabo en las reuniones de los grupos metodistas. Albright luego estableció su propia conexión de predicadores para acceder a los compañeros de lengua alemana. La Asociación Evangélica fue oficialmente organizada en 1803.   

Los primeros intentos para fusionar estas iglesias fracasaron. Para cuando Asbury falleció en marzo de 1816, Otterbein, Boehm y Albrighttambién habían muerto, pero las iglesias que ellos formaron habían sobrevivido y comenzaron a expandirse numérica y geográficamente. En 1946 las iglesias alemanas se unieron como La Iglesia Evangélica de los Hermanos Unidos, que a su vez se unió en 1968 con la Iglesia Metodista para formar la Iglesia Metodista Unida.   

De El Libro de Disciplina de la Iglesia Metodista Unida – 2016. Derechos de Autor 2016 por la Casa de Publicaciones Metodista Unida. Usado con permiso.  

Una imagen de los "Club de Santidad" de los Wesleys, reunidos en Oxford, basada en una litografía del siglo 19. Imegen utilizada por permiso de la Colección Metodista de la Universidad de Drew.

 

Renacimiento y crecimiento (1817-1843)

El Segundo Gran Despertar fue un desarrollo religioso dominante entre los grupos protestantes en los Estados Unidos durante la primera mitad del siglo XIX. A través de reavivamientos y reuniones de campamento, los pecadores experimentaron la conversión y un circuito de predicadores y pastores laicos lograron conectarse. Este estilo de fe cristiana y disciplina fue muy afín a los metodistas, hermanos unidos y evangélicos, quienes favorecieron este énfasis en lo experiencial. La membresía de estas iglesias aumentó dramáticamente, al igual que el número de predicadores que servían en ellas.  

Se esperaba que los predicadores y el laicado estuvieran seriamente comprometidos con la fe y la misión, y los predicadores debían tener una conversión sincera y un llamado divino, así como demostrar tener los dones y habilidades para un ministerio fructífero. Los beneficios financieros eran escasos y el compromiso de la membresía general era demostrar su voluntad de someterse a la disciplina de sus iglesias. Por ejemplo, los metodistas eran guiados estrictamente por las Reglas Generales adoptadas en la Conferencia de Navidad de 1784, y todavía incluidas en el Libro de Disciplinade los metodistas unidos. Ellos fueron instados a evitar al diablo, hacer el bien y utilizar los medios de la gracia provista por Dios. Quienes no se adherían a la Disciplina eran removidos de la membresía.

La estructura de las iglesias Metodistas, Hermanos Unidos y Asociación Evangélica les permitía funcionar para apoyar, consolidar y expandir sus ministerios. Las clases locales podrían surgir dondequiera que se reunieran un grupo de hombres y mujeres, bajo la dirección del líder de la clase y el predicador itinerante, que tenía bajo su cuidado un circuito a quienes visitaba regularmente. Este sistema servía a las diversas necesidades de la ciudad, pueblo o puesto fronterizo y las iglesias podrían llegar a las personas dondequiera que se establecieran. Las conferencias anuales bajo el liderazgo episcopal proporcionaron el mecanismo para recibir y ordenar al clero, eligiendo predicadores itinerantes para sus iglesias, y brindándoles apoyo mutuo. Las conferencias generales - reunión cuadrienal - demostraron ser suficiente para establecer el rumbo general de la iglesia, incluyendo la creación de la Disciplina por la cual estaba gobernada.

“El Libro de Interés Metodista”organizada en 1789, fue el nombre de la primera casa de publicaciones de la iglesia en Estados Unidos. La Asociación Evangélica y los Hermanos Unidos también autorizaron la formación de agencias editoriales a principios del siglo XIX. De esas imprentas salieron una sucesión de himnarios, libros de disciplina, periódicos, tratados y revistas. Las ganancias usualmente eran destinadas para el apoyo y bienestar de predicadores retirados o indigentes, y sus familias.

El período de fundación no estuvo libre de problemas serios, especialmente para los/as metodistas. El conflicto entre la estructura y valores metodistas y las normas culturales estadounidenses, especialmente en lo relacionado al episcopado, raza y esclavitud, algunas veces los llevó al cisma. En 1792 James O’Kelly fundó a los metodistas republicanos para minimizar la autoridad de los obispos. Richard Allen (1760-1831) un esclavo emancipado y predicador metodista quien fue maltratado por causa de su raza dejó la iglesia y en 1816 organizó la Iglesia Africana Metodista Episcopal. Por razones similares, la Iglesia Africana Metodista Episcopal Zion comenzó en 1821; y en 1830 cerca de 5.000 predicadores/as y laicos/as abandonaron la denominación porque no le otorgaban representación al laicado o permitía la elección de presbíteros/as presidentes/as (superintendentes/as de distrito). Este nuevo cuerpo se llamó Iglesia Metodista Protestante, que en 1939 se unió con la Iglesia Metodista Episcopal y la Iglesia Metodista Episcopal del Sur, para convertirse en la Iglesia Metodista. En 1843 los predicadores abolicionistas Orange Scott y Luther Lee formaron la Iglesia Metodista Wesleyana, debido a la débil postura del metodismo contra de la esclavitud. 

Incluso con estas tensiones, el metodismo se expandió a nuevas culturas dentro y fuera del país. En 1815 el predicador afroamericano Juan Stewart comenzó una misión no autorizada con los indios Wyandot en Ohio, que fue adoptada por la Conferencia de Ohio en 1819. Daniel Coker, otro predicador afroamericano quien había sido ordenado por Asbury y había participado en la organización de la Conferencia de la Iglesia Africana Metodista Episcopal, estaba entre los 88 emigrantes que navegaron hasta África en 1820, apoyados por la Sociedad Americana de Colonización. Estando todavía en el mar, Coker organizó la iglesia y ese grupo llegó a lo que conocemos hoy como Liberia. El trabajo misionero en África fue realizado principalmente por laicos/as hasta 1833, cuando Melville Beveridge Cox se convirtió en el primer misionero de la Iglesia Metodista Episcopal asignado a Liberia.  

También se desarrollaron otras instituciones, pues para 1841 los metodistas, Evangélicos y Hermanos Unidos habían desarrollado sociedades misioneras denominacionales. Se incentivó la creación de la escuela dominical en cada lugar donde pudiera iniciarse y ser mantenida, y el interés en la educación fue también evidente en el establecimiento de escuelas secundarias y universidades. Para 1845 cada una había establecido cursos de estudio para asegurarse de que sus predicadores tuvieran el conocimiento básico de la Biblia, teología y ministerio pastoral.

De El Libro de Disciplina de la Iglesia Metodista Unida – 2016. Derechos de Autor 2016 por la Casa de Publicaciones Metodista Unida. Usado con permiso.

Juan Wesley (izquierda) y Carlos Wesley (derecha), tuvieron experiencias religiosas transformadoras en mayo de 1738 bajo la influencia de misioneros moravos. La experiencia de Juan el 24 de mayo de ese año en una reunión con moravos en la calle Aldersgate en Londres, tuvo un lugar prominente en la memoria de la Iglesia.

 

División en Estados Unidos y la expansión hacia otros países (1844-1860)

Juan Wesley había sido un oponente apasionado de la esclavitud. En 1789 las Reglas Generales fueron oficialmente adoptadas por los metodistas estadounidenses. Una regla prohibiendo la participación en la esclavitud, la cual no había sido considerada necesaria en Inglaterra, fue incluida, pero al expandirse el metodismo la prohibición se relajó o no se aplicó donde la esclavitud era legal. Al abarcar la membresía varias regiones, clases y razas, la posición ante la esclavitud finalmente dividió el metodismo separándolo en iglesia del norte e iglesia del sur. 

Para la Conferencia General de 1844 las fracciones en pro y en contra de la esclavitud se enfrentaron al episcopado, raza y esclavitud. Su conflicto más serio preocupó a 1 de los 5 obispos de la iglesia, James O. Andrew quien había adquirido esclavos a través del matrimonio.  Después de un debate caustico, la Conferencia General votó por suspender al obispo Andrew del ejercicio de su cargo hasta que el pudiera o quisiera liberar a sus esclavos. Pocos días después, los disidentes redactaron el Plan de Separación que le permitía a las conferencias anuales en estados que tuvieran esclavos, separarse de la Iglesia Metodista Episcopal, de forma que organizaran su propia estructura eclesiástica. El Plan de Separación fue adoptado y fue el fundamento para la creación de la Iglesia Metodista Episcopal Sur.

Delegados de los estados del sur se reunieron en Louisville, Kentucky en mayo de 1845 para organizar su nueva iglesia y su primera conferencia general se celebró el año siguiente en Petersburgo, Virginia, donde la disciplina y el himnario fueron adoptados. La Iglesia Metodista Protestante también se vio afectada por la controversia sobre la esclavitud, separándose en 1858 y reconciliándose en 1877. Los Hermanos Unidos y la Asociación Evangélica estando principalmente en los estados del norte, fueron capaces de evitar la lucha apasionada que fracturó a la Iglesia Metodista Episcopal.

A pesar del conflicto y la división en el país, el metodismo continuó su expansión en el extranjero y en 1847 Judson D. Collins, Moses C. White y su esposa Jane Isabel Altwater llegaron a Fuzhou, China bajo el auspicio de la Sociedad Misionera de la iglesia Metodista Episcopal y, pese al lento comienzo, la Sociedad Misionera aprendió lecciones valiosas que permitieron que Robert S. Maclay entrara en Japón en 1873. En 1885 William B. Scranton, su madre Mary F. Scranton y Henry G. Appenzeller comenzaron a trabajar en Corea y otros/as metodistas estadounidenses pusieron su vista en el sur de Asia. En 1856 William Butler llegó a Kolkata con 2 de sus 3 hijos, y su esposa Clementina Rowe Butler, una de las futuras fundadoras de la Sociedad Misionera de Damas en el Extranjero.

Había comenzado el metodismo europeo, cuando migrantes, marineros, soldados y otros/as que conocieron el metodismo fuera de Europa, compartieron el mensaje al regresar a casa. Ludwig Jacoby se unió al metodismo después de inmigrar a Cincinnati en 1838; regresó a Alemania en 1849 y comenzó a congregarse en una iglesia en Bremen. La Asociación Evangélica, con lazos étnicos y lingüísticos con Alemania, envió a Conrad Link como el primer misionero oficial en Alemania en 1850. El marinero noruego Ole Peter Petersen después de escuchar a los metodistas en Charleston, Carolina del Sur en 1845, predicó a noruegos y daneses en Estados Unidos y Noruega en 1849. Christian Willerup estableció la primera congregación en Dinamarca en 1856. 

De El Libro de Disciplina de la Iglesia Metodista Unida – 2016. Derechos de Autor 2016 por la Casa de Publicaciones Metodista Unida. Usado con permiso. 

De la Guerra Civil a la Primera Guerra Mundial (1860-1913)

El resentimiento entre los/as metodistas del norte y los/as del sur se había intensificado en los años que llevaron a la elección de Abraham Lincoln en 1860, y se mantuvo a través de la matanza de la Guerra Civil. Cada iglesia reclamaba sanción divina para su región y oraba fervientemente para que la voluntad de Dios fuera que se lograra la victoria de su lado.

La Guerra Civil devastó a la Iglesia Metodista Episcopal Sur; sus iglesias estaban en ruinas o seriamente dañadas. Muchos miembros del clero fueron asesinados o heridos y sus programas de educación, publicaciones y misión fueron interrumpidos. La membresía afroamericana disminuyó significativamente durante y después de la guerra. En 1870 la conferencia general votó para transferir los afroamericanos restantes a una nueva iglesia, que fue la Iglesia de Color Metodista Episcopal (ahora la Iglesia Cristiana Metodista Episcopal). La Iglesia Metodista Episcopal, Metodistas Protestantes, Hermanos Unidos y Evangélicos también perdieron predicadores y miembros, pero no sufrieron la misma pérdida económica que tuvieron los metodistas del sur.

El período entre la Guerra Civil y la Primera Guerra Mundial vio el crecimiento de la membresía en todas las ramas del metodismo, de la Asociación Evangélica y de los Hermanos Unidos. El valor de la propiedad de la iglesia se incrementó dramáticamente; las escuelas dominicales se fortalecieron a través del incremento en el entrenamiento de maestros/as, y las casas de publicaciones mantuvieron programas ambiciosos para suministrarle literatura a sus miembros. Se cultivaron estándares educativos más altos para el clero y se fundaron seminarios. El período también fue marcado por desarrollos teológicos y controversias. El movimiento de santidad, que enfatizaba la experiencia cristiana de una total santificación, junto con el surgimiento de la teología de la liberación y el Movimiento del Evangelio Social, fueron fuentes de conflicto.

Segmentos rurales y más pobres de la iglesia, especialmente aquellos asociados con el movimiento de la santidad fueron escépticos al prestigio y la riqueza. Benjamín Titus Roberts fue un predicador metodista que había formado la Iglesia Metodista Libre en 1860 para oponerse al cosmopolitismo, especialmente a las iglesias de la gran clase media en ciudades financiadas por el alquiler de bancas en la iglesia. En 1895 la Iglesia Pentecostal del Nazareno (ahora Iglesia Nazarena) fue formada con el estímulo de Phineas Bresee, un predicador metodista episcopal, presbítero presidente y delegado a las conferencias generales de 1872 y 1892. La meta para la nueva denominación, fundada en 1894, fue tener iglesias acondicionadas para dar la bienvenida a la gente pobre y en ellas predicar la santidad. 

Otros dos asuntos que causaron discusiones importantes en las iglesias durante este período fueron la representación laica y el rol de las mujeres.  Metodistas Protestantes habían concedido la representación laica desde el tiempo en que fueron organizadas en 1830. El clero en la Iglesia Metodista Episcopal, la Iglesia Metodista Episcopal Sur, la Asociación Evangélica y la Iglesia de los Hermanos Unidos en Cristo fueron mucho más lentas en permitir que los laicos tuvieran voz oficial; y no fue sino hasta 1932 cuando la última de esas iglesias permitió la representación laica.

Aún más polémico fue el tema de la ordenación de las mujeres y la elección de oficiales laicos/as y su representación en la iglesia. Las mujeres habían vendido siendo ordenadas en las denominaciones desde 1860 y la Conferencia General de los Hermanos Unidos aprobó la ordenación de mujeres en 1889. Sin embargo, la Iglesia Metodista Episcopal y la Iglesia Metodista Episcopal Sur no ordenaron mujeres hasta mucho después de su reunión en 1939.1La Asociación Evangélica nunca ordenó mujeres. La representación laica de mujeres también recibió oposición. Las mujeres no fueron aceptadas como delegadas a las Conferencias Generales de: la Iglesia Metodista Protestante hasta 1892, los Hermanos Unidos hasta 1893, la Iglesia Metodista Episcopal hasta 1904 y en la Iglesia Metodista Episcopal Sur hasta 1922.

El trabajo de la misión continúo creciendo en las agendas de las iglesias. Mujeres formadas en sociedades misioneras comenzaron a educar, reclutar y recaudar fondos para esos esfuerzos en 1869, y misioneras como Isabella Thoburn, Susan Bauernfeind y Harriett Brittan junto a administradores como Bell Harris Bennett y Lucy Rider Meyer, motivaron a miles de mujeres de la iglesia para apoyar misiones locales y en el extranjero.

Los programas de misión local buscaban cristianizar las ciudades a través de misioneros locales, que establecían escuelas para quienes habían sido esclavos/as y sus hijos/as. En 1871 la iglesia metodista sureña ordenó a Alejo Hernandez, convirtiéndolo en el primer predicador hispano ordenado en el metodismo, aunque Benigno Cárdenas había predicado en español en Santa Fe, Nuevo México en 1853. Los ministerios metodistas significativos entre asiático-americanos/as fueron instituidos durante este período, especialmente entre las comunidades inmigrantes china y japonesa. Kanichi Miyama, un laico japonés fue ordenado en California en 1887.

El metodismo continuósu expansión en Asia, Europa, África y América Latina y entre 1870 y 1875 bajo el liderazgo de James M. Thoburn y del famoso evangelista de santidad William Taylor, misioneros/as metodistas se embarcaron en campañas de reavivamiento en la India, al sur del rio Ganges. Esos esfuerzos originaron la Conferencia del Sur de India en 1876. Thoburn también comenzó el trabajo en Asia sudeste cuando en 1879 abrió el trabajo misionero en Rangoon, Burma (Myanmar), y en 1885 lideróel establecimiento del trabajo metodista en Singapur, que luego se extendería a la península Malaya y a Sarawak, la cual se convirtió en la Conferencia Anual de Malasia en 1902. La conferencia también envió al primer pastor metodista a Indonesia en 1905. Los metodistas llegaron a Filipinas cuando Thoburn organizó el trabajo en Manila en 1899 el cual creció rápidamente para convertirse en la Conferencia Anual de las Islas Filipinas en 1908.

Durante la Conferencia General Metodista Episcopal en 1884, la Conferencia de Liberia presentó una petición solicitando un obispo residente para África. William Taylor fue electo para el episcopado como obispo misionero en el continente africano. Entre el 20 de mayo y el 10 de septiembre de 1885, la Iglesia Metodista Episcopal estableció cinco puntos estratégicos para comenzar su trabajo en Angola. En 1886 el obispo y su grupo ingresaron al bajo Congo; Taylor también visitó el reino de Portugal en 1886 y fue autorizado para desarrollar trabajo misionero en África del Este Portuguesa (Mozambique). Adicionalmente estableció iglesias auto-sustentadas  en Liberia meridional, Sierra Leona, Angola, en el actual Mozambique y en Zaire. En 1896 Josep Crane Hartzell fue electo obispo para África y para 1897 la Iglesia Metodista Episcopal llegóa Rhodesia (Zimbabue). Durante este período, las conferencias anuales diferentes a las de Estados Unidos, fueron organizadas regionalmente en lo que se denominó conferencias centrales. 

1A partir de 1924, la Iglesia Metodista Episcopal ordenó mujeres como “presbíteras locales”; sin embargo, la Iglesia Metodista (1939) no concedió a las mujeres plenos derechos del clero hasta 1956.  

De El Libro de Disciplina de la Iglesia Metodista Unida – 2016. Derechos de Autor 2016 por la Casa de Publicaciones Metodista Unida. Usado con permiso.

Los Años de Guerra a Principios del Siglo XX (1914-1945)

En los años previos a la Primera Guerra Mundial, la Iglesia Metodista Episcopal mostró su preocupación por temas sociales adoptando el Credo Social en su Conferencia General en 1908. Los problemas sociales fueron también un estímulo en el movimiento alrededor del ecumenismo y la cooperación entre iglesias. Cada una de las denominaciones ahora incluidas en la Iglesia Metodista Unida se activaron en el Concilio Federal de iglesias, la primera empresa ecuménica importante entre el protestantismo estadounidense.  

También hubo mucha solidaridad en las iglesias para la negociación y arbitraje, como una alternativa al conflicto armado internacional. Muchos/as miembros de iglesia y del clero profesaban abiertamente el pacifismo. Cuando los Estados Unidos oficialmente entraron en la guerra en 1917, el pacifismo se desvaneció a medida que el patriotismo estadounidense se identificaba con el esfuerzo de la guerra. 

Después de la guerra, las iglesias enfocaron sus energías en el cambio social. Una de sus preocupaciones constantes era la sobriedad y fueron rápidas en reconocerla entre sus más altas prioridades. Publicaron y distribuyeron una gran cantidad de material referente a ella, y los miembros se comprometieron a abstenerse de las bebidas alcohólicas. A pesar del conflicto teológico interno, las iglesias continuaron cooperando con otras denominaciones y actuando para sanar cismas anteriores. La división que había ocurrido en la Asociación Evangélica en 1894 fue restaurada en 1922, cuando se unieron dos facciones como la Iglesia Evangélica. 

Una unión numéricamente mayor tuvo lugar entre tres cuerpos metodistas: la Iglesia Metodista Episcopal, la Iglesia Metodista Protestante y la Iglesia Metodista Episcopal Sur, cuando representantes de esas iglesias comenzaron a reunirse en 1916 para crear un plan de unión. 

Para 1934, la propuesta incluía dividir la iglesia unida en 6 unidades administrativas llamadas jurisdicciones; 5 de ellas fueron geográficas, y la sexta, la Jurisdicción Central, fue racial incluyendo iglesias afroamericanas y conferencias anuales dondequiera que estuvieran localizadas geográficamente en los Estados Unidos. Metodistas afroamericanos y algunos otros estuvieron preocupados por la propuesta y se opusieron al plan. 

La mayoría de los Metodistas Protestantes estuvieron a favor de la unión, aunque ello implicaba un gobierno episcopal que no habían tenido desde que la iglesia se organizó en 1830. Después de aprobaciones abrumadoras en las conferencias generales y en las conferencias anuales de las tres iglesias, estas se unieron en abril de 1939 como Iglesia Metodista que incluyó 7,7 millones de miembros al momento de su formación.  

El conflicto en Europa estaba calentándose de nuevo y aunque los/as metodistas, evangélicos/as y hermanos unidos habían publicado cada una declaraciones fuertes que condenaban la guerra y abogaban por la reconciliación pacífica entre las naciones, de nuevo la fuerza de sus posiciones en gran parte se perdió con la participación estadounidense en las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial. 

De El Libro de Disciplina de la Iglesia Metodista Unida – 2016. Derechos de Autor 2016 por la Casa de Publicaciones Metodista Unida. Usado con permiso.

Entre los documentos del Rev. Albert C. Outler, ubicados en la Biblioteca Bridwell, se encuentra un borrador del sermón predicado el 23 de abril de 1968, durante el servicio celebrado en la Conferencia de la Unificación donde se conformó oficialmente La Iglesia Metodista Unida.Foto cortesía de la Colección Especial de la Biblioteca Bridwell de la Escuela de Teología Perkins de la Universidad Metodista del Sur.

 

Búsqueda de la Unidad (1945-1968)

Al terminar la guerra, las iglesias trabajaron activamente para asegurar la paz y el orden mundial. Muchos/as laicos/as, pastores/as, obispos y agencias de la iglesia apoyaron el establecimiento de una organización mundial para servir como un foro para la resolución de los problemas sociales internacionales, económicos, políticos y, en abril de 1945, sus trabajos contribuyeron a la fundación de la Organización de Naciones Unidas.

Durante esta época hubo al menos otros 3 asuntos importantes que ocuparon la atención de las iglesias que ahora conformaban el metodismo unido. Primero, mantuvieron su preocupación por el ecumenismo y la unión de la iglesia. El 16 de noviembre de 1946 en Johnstown, Pensilvania se unieron la Iglesia Evangélica y la Iglesia Hermanos Unidos creando la Iglesia Evangélica Hermanos Unidos después de 20 años de negociaciones; para este momento la nueva iglesia incluía 700.000 miembros. 

La Iglesia Metodista también estaba interesada en estar más cercana a otros cuerpos metodistas y wesleyanos y por ello participóen 1951 en la formación del Consejo Metodista Mundial, sucesor de las Conferencias Ecuménicas Metodistas que comenzaron en 1881. Metodistas y Hermanos Unidos se convirtieron en miembros activos del Consejo Mundial de Iglesias fundado en 1948, y en el Consejo Nacional de Iglesias fundado en 1950. Las dos iglesias también cooperaron con otras 7 denominaciones protestantes formando en 1960 la Consulta de Iglesia Unida.  

Segundo, las iglesias demostraron una creciente inquietud por el problema del racismo tanto en la nación como en la iglesia. Muchos/as metodistas se mostraron especialmente perturbados/as por la manera en la cual la segregación racial fue construida en la estructura de su denominación. La Jurisdicción Central fue un constante recordatorio de la discriminación racial. Se presentaron propuestas a las Conferencias Generales desde 1956 a 1966, para eliminar la Jurisdicción Central. Finalmente, se acordaron planes para abolir la Jurisdicción Central con la unión contemplada con los Hermanos Unidos Evangélicos en 1968, a pesar de que unas pocas conferencias anuales afroamericanas continuaron después por poco tiempo.  

Tercero, las iglesias debatieron sobre la ordenación de mujeres. El tema fue crítico para la creación de la Iglesia Evangélica de los Hermanos Unidos. La Iglesia Evangélica nunca había ordenado mujeres y los Hermanos Unidos habían ordenado mujeres desde 1889. Para facilitar la unión de estas dos iglesias, los Hermanos Unidos aceptaron la practica evangélica, y la ordenación de mujeres se detuvo. 

Los/as metodistas debatieron el tema por varios años después de la unificación en 1939, y la Iglesia Metodista comenzó a ordenar mujeres en 1956, el mismo año en el que se les concedieron a las mujeres los derechos plenos del clero, y pudieron ser elegidas como miembros en plena conexión con la conferencia anual.  

De El Libro de Disciplina de la Iglesia Metodista Unida – 2016. Derechos de Autor 2016 por la Casa de Publicaciones Metodista Unida. Usado con permiso.

El Rev. Albert C. Outler predicando el 23 de abril 23 de 1968, en el marco del servicio de adoración de la Conferencia de la Unificación llevada a cabo en la ciudad de Dallas, estado de Tejas. Foto cortesía de la Comisión Metodista Unida de rchivos e Historia.

 

El metodismo unido como Iglesia Mundial, 1968-

En 1968 la Iglesia Evangélica de los Hermanos Unidos y la Iglesia Metodista se unieron. La incorporación total de las mujeres al clero fue incluido en el plan de la unión. A partir de allí, se incrementó el número de mujeres admitidas para ordenarse como ministras, designadas para la superintendencia del distrito, elegidas para posiciones de liderazgo denominacional, y consagradas como obispas. En 1980 Marjorie Matthews fue la primera mujer elegida para el episcopado de la iglesia. 

Cuando la Iglesia Metodista Unida fue creada en 1968, tenía aproximadamente 11 millones de miembros, por lo que era una de las iglesias protestantes más grandes en el mundo. A partir de allí, la iglesia se ha vuelto más consciente de sí misma como iglesia mundial con membresía y conferencias en África, Asia, Europa y los Estados Unidos. Mientras a nivel mundial la membresía en la Iglesia Metodista Unida ha aumentado desde 1968, la membresía en Europa y en los Estados Unidos ha disminuido, lo cual se compensa con el crecimiento significativo en África y Asia. La Iglesia Metodista Unida ha expandido sus áreas episcopales para incluir África Este, Sierra Leona, Costa de Marfil, Congo Este, Zimbabue, Mozambique y Suráfrica. 

Los cambios en el estilo de adoración, el surgimiento del movimiento carismático, el crecimiento del no-denominacionalismo y la aparición de mega-iglesias, son todos factores que han desafiado a la iglesia al ingresar en su tercer siglo. Lo más difícil ha sido que la Iglesia Metodista Unida ha tenido que negociar cambios culturales en lo relativo a género y sexualidad especialmente en los Estados Unidos y Europa. Conflictos sobre la homosexualidad, matrimonio y el aborto han continuado ininterrumpidamente desde la formación de la denominación. Estos debates han abierto grandes divisiones locales, internacionales y ecuménicas acerca de la doctrina y disciplina de la iglesia.

La Iglesia Metodista Unida continúa representando la confluencia de 3 corrientes: Metodismo, la Iglesia de los Hermanos Unidos en Cristo y la Asociación Evangélica; y junto con otras iglesias que también son miembros del cuerpo de Cristo, ofrece su alabanza humilde y agradecidamente a Dios, a través de Jesucristo, y al Espíritu Santo por crear y sostener la gracia; y busca la abundancia de esa gracia mientras ministra al mundo.  

De El Libro de Disciplina de la Iglesia Metodista Unida – 2016. Derechos de Autor 2016 por la Casa de Publicaciones Metodista Unida. Usado con permiso.

* Leonor Yanez es traductora independiente.
Misión
Revda. Lydia Muñoz. Foto cortesía de la Iglesia Metodista Unida Swarthmore.

¡El Dios Resucitado en Nosotros/as!

En su editorial “El Dios Resucitado en Nosotros/as””, la Revda. Lydia Muñoz, Directora del Plan Nacional para el Ministerio Hispano-Latino, reflexiona sobre la resurrección de nuestro Señor Jesucristo, la cual requiere de nosotros/as “que estemos dispuestos a dejar atrás las cosas a las que nos hemos aferrado y que ahora están muertas y aprender a abrazar las cosas que ahora mismo no tienen forma; no sabemos cómo son y no podemos controlarlas”
Auxilio en Situaciones de Desastres
Así lucia el Puente Francis Scott Key antes que un carguero se estrellara en una de sus bases y destruyera su estructura, provocando la desaparición de 8 trabajadores hispano-latinos, que trabajaban en la reparación del pavimento. Foto cortesía de Patorjk, Wikipedia.

Obispa de Baltimore llama a la oración por víctimas en colapso del puente

El colapso del puente ha enlutado a 6 familias de los trabajadores de origen hispano-latino que se encontraban reparando el pavimento. En apoyo y solidaridad a estas familias la Obispa pide la oración De la Iglesia y la comunidad.
Misión
Will Faircloth, director de la Fundacion Herencia de Wesley y el Instituto de Estudios Wesleyanos,  presentó la última edición de los sermones de Juan Wesley al Rev. Daniel Medina (derecha), director de Ministerios Hispanos/Latinos en la Conferencia Anual del Sur de Georgia. Foto Cortesía de la Conferencia Anual del Sur de Georgia.

Pastores/as del Sur de Georgia regalaron obras de Wesley en español

La traducción de las Obras de Wesley de 14 volúmenes, es un aporte muy importante para el mundo de habla hispana. Su distribución inicial marcó un antes y un después para innumerables iglesias e individuos que ahora podían leer a “Juan” en su propio idioma.

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